La delicada carne del cabrito hace de este uno de los platos triunfadores, especialmente para iniciar un nuevo año en familia, pues su característica textura y sabor, le hacen inigualable.
El Cabrito al Horno en la Gastronomía
Comencemos por conocer que un cabrito es una cabra cuya edad no es mayor a un año y que por lo general son sacrificados cuando apenas tienen unos 3 o 5 meses. Su peso oscila entre 12 y 23 kilogramos.
El origen del cabrito en la gastronomía, como uno de sus platillos más famosos, proviene de San Luis Potosí, capital del estado mexicano y municipalidad, del mismo nombre, de donde es llevado a Nuevo León, estado ubicado en el noreste del país.
Hace unos 450 años cuando llegaron los españoles y se instalaron en regiones como Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas, al noreste de la República de México, había entre ellos personas cuyo origen era árabe y sefardí.
La mayoría eran judíos que portaban sus alimentos básicos, como lo era el cabrito y el cordero, sin dejar a un lado las especies más comunes como el orégano y el tomillo y otras, destacando entre sus comidas más habituales el cabrito asado, especialmente en Nuevo León, por tener tierras aptas para la cría de ganado.
Con el paso del tiempo el cabrito se convirtió en el plato fundamental que permitía unir las familias a través de auténticas ceremonias domésticas para celebrar en ocasiones especiales. Hoy en día, lo encontramos en restaurantes de diversos países del mundo.
En definitiva, este plato proviene de tiempos antiguos y de diferentes regiones del mundo, siendo muy conocido en España, Argentina, México, Italia y muchos otros países mediterráneos.
Esta sencilla receta, que les presento hoy, radica en preparar el cabrito una vez condimentado, cocinarlo en el horno el tiempo necesario y apropiado, pero siempre teniendo la precaución de moverlo y voltearlo cada 30 minutos aproximadamente, de manera que obtenga una buena y uniforme cocción.
Notas de interés para la elaboración de este maravilloso plato y para los amantes de la cocina:
- La chalota, llamada también echalota, escalonia, es un bulbo pequeño, con un sabor parecido al ajo y la cebolla, muy utilizado en la cocina francesa, venezolana y otros países. De la familia de la cebolla —pero de menor tamaño—, con un sabor muy suave y dulce, de forma alargada, la cual crece en grupos de bulbos
- La manteca de cerdo es el elemento graso, extraído de tejidos limpios y sanos del cerdo, en buen estado de salud; de uso frecuente en la gastronomía para la preparación de platos, que se diferencia del aceite, al no contener elementos considerados tóxicos para la salud, además de contar con vitaminas como el complejo B y C, hierro y fósforo y no tiene azúcar.
- El Vinagre de Jerez es considerado como un perfume único y especial en la gastronomía mundial. Además, es un indispensable condimento en la cocina, llegando a convertirse en un sustituto ideal de la sal. El jerez contiene propiedades diuréticas y depurativas que ayudan a disminuir la presión arterial. Contiene vitaminas A, B1, B2, B3, B12, C y nutrientes como el sodio, calcio, hierro, magnesio, fósforo y potasio.
Porciones: 6 personas
Ingredientes:
3 kilogramos de cabrito (1/2 cabrito)
6 dientes de ajo
1 vaso de agua
70 gramos de manteca de cerdo
Sal gruesa
8 Chalotas
20 mililitros de vinagre de Jerez (1 cucharada sopera)
Tomillo
Romero fresco (Puede ser seco, en caso de no disponerlo fresco)
Preparación:
- La noche anterior mezclar en un mortero el tomillo fresco, el ajo, la manteca de cerdo y el romero, hasta lograr una pasta suave.
- Bañar y untar la carne del cabrito —con la pasta obtenida antes— de manera que todas sus partes queden impregnadas.
- Tapar, preferiblemente con papel plástico de manera que quede sellado, e introducir en la nevera hasta el siguiente día.
- En el caso de que la pieza de cabrito no quepa en una bandeja para hornear, es conveniente dividirlo en dos partes. Es importante que la bandeja tenga colocada una rejilla apropiada donde se depositan las dos piezas de carne, para que de esa manera no queden directamente sobre la bandeja, es decir, que estén en alto para que no lleguen a cocinarse en sus jugos, sino más bien para que se asen y doren.
- Agregar el agua y el vinagre de Jerez.
- Introducir en el horno a 180 grados centígrados durante dos horas.
- En estas dos horas que permanecerá el cabrito en el horno, es muy importante estar pendiente para ir dando vuelta a las piezas de carne con el fin de que se doren por las dos caras, agregando sobre ellas su propio jugo.
- Transcurrida 1 hora y 30 minutos, introducir las chalotas, debidamente peladas y divididas en dos o tres partes, en la bandeja y dejar para que se cocinen.
- Cuando se observe que la carne del cabrito ha adquirido un color apropiado, se le agrega medio vaso de agua y una pequeña cantidad de vinagre de Jerez y se voltea.
- Aumentar un poco más el calor del horno elevando su temperatura a 200 grados centígrados.
- Es importante que durante todo este proceso se agregue agua, a criterio, para evitar que la carne se queme o se quede seca.
- Estar pendiente y vigilar hasta el momento en que su color sea dorado.
- Extraer el cabrito y colocar en una bandeja.
- Raspar la bandeja —donde se cocinó el cabrito— con una cuchara de madera y mezclar e integrar todo con la salsa obtenida.
- Una señal importante para saber que el cabrito está en su punto para comer: si la carne se desprende con facilidad empleando un tenedor.
- Rociar el cabrito con la salsa y ya hemos logrado obtener una de las maneras más gustosas y tradicionales de preparar el cabrito al horno.
Nutritivo, delicado, con amplias maneras de maridaje, exquisito y de fácil elaboración, para disfrutar en familia y con los amigos, en cualquier oportunidad.
Con qué acompañar el Cabrito al Horno
Para acompañar este delicioso cabrito al horno nada mejor que unas papas asadas, para no perder el calor del horno aun encendido y las chalotas ya preparadas, o una buena ensalada de lechuga romana, cebolla y tomate.
La sencillez de este plato se imbrica con lo exquisito que resulta, al convertirse en una agradable sorpresa para compartir entre familia, con la seguridad de que ha de sorprender muy gratamente a los comensales.