La lucha por la independencia de México está llena de historias heróicas y sacrificios, no solo por parte de los hombres que tomaron las armas, sino también por mujeres valientes que, desde las sombras o en primera línea, jugaron un papel crucial en la libertad de la nación.
Dos figuras destacadas de este movimiento son Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín y Antonia Nava, conocidas por sus habilidades estratégicas y su inquebrantable determinación para liberar a su patria del dominio colonial.
Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín: La mente maestra detrás de un audaz plan
Mariana Rodríguez del Toro de Lazarín nació en la Nueva España y desde muy joven adoptó una postura liberal, opuesta al régimen colonial.
Su valentía y agudeza la llevaron a convertirse en una conspiradora clave en los movimientos insurgentes que luchaban por la independencia.
Junto a su esposo, Manuel Lazarín, se unió a las filas de los insurgentes en su lucha contra el gobierno virreinal.
La captura de los principales líderes insurgentes, como Miguel Hidalgo y otros cabecillas, en 1811, fue un golpe devastador para el movimiento independentista.
En la Ciudad de México, la noticia se propagó rápidamente y causó desmoralización entre los partidarios de la causa. Muchos pensaban que el sueño de la independencia había sido destruído.
Sin embargo, Mariana Rodriguez, lejos de rendirse, incitó a sus compañeros a actuar con una frase memorable: “¿Qué sucede, señores? ¿No hay otros hombres en América aparte de los generales que han caído prisioneros? ¡Libertad a los prisioneros: tomemos aquí al virrey, ahorquémoslo!”.
Acta de Independencia del Imperio Mexicano (28 de septiembre de 1821) : https://t.co/gmRvLRTTjJ pic.twitter.com/1lYAkCg5u2
— Historia México (@historia_mexico) September 29, 2018
Mariana Rodriguez no solo poseía una gran elocuencia, sino también una astucia notable para formular planes audaces.
En esta ocasión, propuso lo que sería uno de los planes más atrevidos de la guerra de independencia: secuestrar al virrey Francisco Xavier Venegas.
El objetivo era desestabilizar al gobierno virreinal y ganar tiempo para reorganizar las fuerzas insurgentes. La conspiración avanzó rápidamente y se fijó una fecha para llevar a cabo el secuestro.
Sin embargo, el plan fue traicionado por uno de los miembros del grupo, José María Gallardo, quien, al confesar sus pecados ante un sacerdote, reveló involuntariamente los detalles de la conspiración.
El cura, violando el secreto de confesión, alertó al virrey sobre el complot. Mariana Rodríguez del Toro y su esposo fueron arrestados y sometidos a juicio.
A pesar de las presiones y amenazas, Mariana Rodriguez no delató a ninguno de los miembros de su grupo, mostrando una valentía y lealtad inquebrantables hacia la causa insurgente.
Finalmente, Mariana Rodriguez fue liberada en 1820, pero falleció poco tiempo después, antes de poder ver la consumación de la independencia de México en 1821.
A pesar de su trágico final, su legado, como una de las mujeres más valientes e ingeniosas de la independencia mexicana, perdura hasta nuestros días.
Antonia Nava: La generala que no conocía el miedo
Otra figura femenina cuya historia es digna de recordar es la de Antonia Nava, conocida como “La Generala”. Nacida en Tixtla, Guerrero, Antonia fue esposa del militar insurgente Nicolás Catalán, con quien luchó, codo a codo, en numerosas batallas a lo largo de la guerra de independencia.
Al igual que Mariana Rodríguez del Toro, Antonia desempeñó un papel estratégico en la lucha, pero su campo de batalla fue más literal, ya que participó activamente en combates y misiones militares.
Desde el inicio de la guerra de independencia en 1810, Antonia y su esposo se unieron al ejército de José María Morelos, uno de los grandes líderes del movimiento insurgente en esas instancias.
Su lealtad y compromiso con la causa hicieron que Antonia se ganara el respeto de los soldados, quienes comenzaron a llamarla “La Generala” debido a su liderazgo y valentía.
Una de las anécdotas más destacadas de su vida ocurrió en 1814, durante una de las muchas batallas en las que participó. Después de un enfrentamiento con las tropas realistas en el Paso de Mezcala, las fuerzas insurgentes se encontraron en una situación desesperada.
Los soldados estaban exhaustos y desmoralizados, y muchos de ellos consideraban la posibilidad de rendirse.
Debido a la distancia geográfica, las noticias provenientes del centro de México tardaban en llegar a #LosAngeles. El triunfo del #PlanDeIguala (Feb 1821) se conoció hasta Sept de 1822. Hasta entonces se juró la #IndependenciaDeMéxico en LA y ondeó la bandera tricolor#HistoriaLA pic.twitter.com/DxtusZXKQc
— Carlos González Gtez (@carlos_glezgtez) September 10, 2024
Fue en ese momento cuando Antonia Nava tomó la palabra y, con una mezcla de coraje y desesperación, ofreció su propio cuerpo como alimento para las tropas, sugiriendo que, si no tenían otra opción, podían recurrir al canibalismo para sobrevivir.
Este acto de valentía y sacrificio impactó profundamente a los soldados, quienes encontraron nuevas fuerzas para continuar la lucha.
Antonia Nava no solo fue una mujer de armas tomar, sino también una estratega con una habilidad innata para planificar emboscadas y ataques sorpresivos.
En una ocasión, organizó un ataque nocturno contra las tropas realistas, aprovechando la oscuridad y el cansancio de los enemigos para tomar ventaja y asegurar una victoria crucial para las fuerzas insurgentes.
Antonia en el Campo de Batalla
Además de su valentía en el campo de batalla, Antonia también enfrentó tragedias personales a lo largo de la guerra.
Varios de sus hijos murieron en combate, y a pesar del dolor que esto le causaba, nunca flaqueó en su determinación de continuar luchando por la independencia de México.
Incluso después de perder a su hijo mayor, Nicolás Catalán hijo, en una de las batallas, Antonia se presentó ante José María Morelos y, en lugar de pedir consuelo, le ofreció a sus otros hijos para que se unieran a la causa insurgente.
Antonia Nava fue testigo de la firma del Plan de Iguala en 1821, que marcó el final de la guerra de independencia y el comienzo de una nueva era para México.
A lo largo de su vida, demostró que el valor y la dedicación a una causa noble no tienen género, y su legado como una de las grandes heroínas de la independencia mexicana sigue vivo en la memoria colectiva del país.
Las historias de Mariana Rodríguez del Toro y Antonia Nava, son solo dos ejemplos del papel crucial que desempeñaron las mujeres en la lucha por la independencia de México.
A menudo relegadas a un segundo plano en los relatos históricos, estas mujeres demostraron que, en tiempos de crisis, el coraje y la inteligencia no tienen límites.
A través de sus acciones, ayudaron a forjar el camino hacia la libertad de México, dejando un legado imborrable que sigue inspirando a las generaciones actuales.
La independencia de México no habría sido posible sin la contribución de mujeres como ellas, cuyas estrategias y sacrificios fueron fundamentales para el éxito del movimiento insurgente.