Bad Bunny Brilla en Puerto Rico con una Residencia que Celebra sus Raíces
¿Por qué todos hablan de la residencia de Bad Bunny? El primer show en Puerto Rico superó expectativas y encendió el Coliseo con pura emoción

En una celebración de identidad, historia y orgullo boricua: Bad Bunny transforma el Coliseo de Puerto Rico, en el epicentro cultural del verano, con su residencia más ambiciosa.
La Residencia de Bad Bunny como Acto de Amor a su Isla
El primer concierto de la residencia No Me Quiero Ir De Aquí de Bad Bunny fue mucho más que una presentación musical. Fue una afirmación cultural, un homenaje a su tierra y un poderoso recordatorio de quién es y de dónde viene.
Este tour de bad bunny es un hito en la música latina, donde cada concierto se convierte en una experiencia inolvidable.
Con un Coliseo de Puerto Rico repleto y entregado, el artista dio inicio a una serie de 30 funciones que, desde ya, prometen marcar un antes y un después en la historia del entretenimiento en la isla.
Durante tres horas, el artista más escuchado del mundo ofreció un espectáculo que combinó emoción, narrativa visual, activismo y un recorrido por los sonidos que han dado forma a su identidad: desde la bomba y la plena, hasta la salsa, el reguetón y el trap. El mensaje fue claro: Puerto Rico no es un telón de fondo, es el corazón del show.
Un Bad Bunny Concierto con Mensaje desde el Primer Minuto
Antes de que sonara la primera nota, las pantallas del escenario proyectaron datos históricos y culturales de Puerto Rico: su origen como archipiélago, su diversidad musical, la resistencia de su gente y su espíritu festivo.
Estas frases no fueron un adorno; fueron la base sobre la que se construyó todo el espectáculo. La audiencia no solo fue testigo de un concierto, sino parte de una clase magistral sobre puertorriqueñidad.
Escenografía Simbólica y Vestuario con Propósito
El escenario recreaba paisajes naturales de la isla, con colinas verdes, palmas y hasta una réplica de una casita típica. Bad Bunny apareció con un atuendo inspirado en los taínos, mezclando elementos tradicionales con su estilo urbano característico. El resultado fue una puesta en escena poderosa que honraba el pasado sin dejar de mirar al futuro.
Un Repertorio Diverso que Conectó con Todas las Generaciones
El Bad Bunny concierto incluyó más de 30 canciones. Abrió con “DTMF” y recorrió temas de su más reciente álbum, como “Ketu Te Cré”, “El Club”, “Pitorro de Coco” y “Weltita”. También revivió clásicos como “El Apagón”, “La Santa”, “Ni Bien Ni Mal” y “Si Estuviésemos Juntos”. Cada transición fue una sorpresa: cambios de ritmo, segmentos acústicos y momentos explosivos donde el público cantó a todo pulmón.
Tributos a los Grandes y a la Diáspora
Uno de los momentos más conmovedores del Bad Bunny concierto fue el homenaje a las figuras que pavimentaron el camino del reguetón: Daddy Yankee, Ivy Queen, Don Omar, Wisin y Yandel, Tego Calderón, entre otros.
Bad Bunny pausó el show para agradecerles públicamente. También hubo un segmento dedicado a la salsa, donde lució un traje crema al estilo setentero, evocando a Héctor Lavoe, Rubén Blades y la era dorada de la Fania. Este guiño a la diáspora puertorriqueña, en especial la de Nueva York, fue recibido con ovaciones.
Momentos Inesperados y Emotivos
La noche tuvo varias sorpresas. Figuras del deporte como LeBron James y Draymond Green compartieron escenario con Benito en una pequeña escenografía que imitaba un hogar puertorriqueño. Este gesto, más allá del espectáculo, reforzó la idea de que la isla es un punto de encuentro, un espacio de pertenencia.
Impacto Cultural y Económico de la Residencia
El concierto de Bad Bunny marcó el comienzo de una residencia sin precedentes, el cual ya está redefiniendo el significado de espectáculo en la isla.
Se esperan más de 250,000 asistentes durante los tres meses de funciones, lo que representa un impulso significativo a la economía local. Restaurantes, hoteles, comercios y pequeños negocios se verán beneficiados por la oleada de turismo que ya ha comenzado.
Pero más allá del impacto financiero, el mensaje fue profundamente inspirador: no hace falta abandonar la isla para triunfar. Se puede construir desde aquí, soñar en grande y elevar a Puerto Rico ante el mundo.
El Bad Bunny concierto del 11 de julio no fue simplemente una apertura de residencia, fue un manifiesto. Un grito de amor a la tierra, una carta abierta al pueblo y un espejo en el que toda una generación se vio reflejada. Benito no solo cantó, educó, representó y celebró.
Al cerrar la noche bajo una bandera puertorriqueña extendida sobre el escenario, su mensaje fue más potente que cualquier aplauso: “No me quiero ir de aquí”. Y los suyos tampoco quieren que se vaya.